La idea generalizada de la prefabricación como algo barato, perecedero y temporal, se debe principalmente a una cuestión cultural y de mentalidad. Aspectos como la solidez, durabilidad y permanencia, que tradicionalmente se le atribuyen a la práctica constructiva convencional, tienen un peso importante en el imaginario colectivo de este país.
Sin embargo, la innovación constante de los sistemas de construcción industrializados, junto con la aparición de nuevos materiales cada vez más resistentes y eficientes, ha desterrado la falsa idea de la baja calidad asociada a las viviendas industrializadas que se construyen hoy en día.
Como no podía ser de otra manera, la implementación de toda esta tecnología tiene un coste adicional que evidentemente repercute en el precio final de venta. No obstante, se compensa con la reducción notable de los plazos de ejecución, la optimización de los costes de la estructura y el ahorro energético de la vivienda.
Las posibilidades volumétricas y espaciales de la construcción modular, con diseños exclusivos y a la carta, hacen que el precio final sea muy relativo, y que a priori, no se pueda valorar de una forma inmediata.
Entonces, ¿no son más baratas?
Al margen del sistema constructivo, su precio dependerá en gran medida de su diseño, la calidad de los acabados, los revestimientos, el equipamiento instalado, su ubicación y cuestiones relativas a la topografía y resistencia del terreno.
En este sentido, la experiencia de la industrialización y sus modelos de prefabricación en cadena permiten una reducción de los costes de fabricación de hasta el 35 por ciento respecto a la ejecución a pie de obra, y lo más interesante desde el punto de vista del usuario, en un tercio de los plazos de ejecución de la obra tradicional. Por tanto, la posibilidad de revertir este ahorro económico en la mejora sustancial de los parámetros de calidad y confort de la vivienda, permite obtener una relación calidad/precio muy superior a las prestaciones de una vivienda convencional.
A modo orientativo, en los proyectos que desarrollamos en nuestro estudio los costes oscilan entre los 1.300 y 1.500 euros/m2, para una vivienda modular de gama media. Para viviendas de gama alta, energéticamente eficientes (clase A o Passivhauss), con superficies superiores a 150,00 m2 o con volumétricas complejas y/o ubicaciones en parcelas con cierto desnivel o topografías abruptas, los costes se incrementan entre los 1.500 y 1.900 euros/m2. Pero si eres de los que prefiere prescindir de ciertas comodidades o servicios y optar por una vivienda prefabricada de gama básica, el coste medio se puede situar en torno a los 1.000 euros/m2. A estos costes hay que añadirles evidentemente los honorarios del proyecto técnico, dirección de obra, dirección de ejecución y coordinación de seguridad, levantamiento topográfico y estudio geotécnico.
No hay que olvidar también el coste de las tasas municipales de la licencia de obras para poder implantar la vivienda en la parcela. Evidentemente se trata de un coste al margen de los ratios indicados anteriormente, ya que dependerá del cuadro de tarifas municipal y de la base imponible de coste total de ejecución indicado en proyecto.
Hay que tener en cuenta que el hecho de que sea un edificio modular y prefabricado, no le exime de la pertinente solicitud de licencia de obras. A todos los efectos, su tramitación es como la de cualquier edificio convencional con la particularidad de su rápida ejecución y montaje en parcela.
Aunque el coste de la tasa de actuaciones urbanísticas (coste fijo o variable) y de la tasa del impuesto de construcciones ICIO (en función de presupuesto de ejecución material calculado en el proyecto), depende del cuadro de tarifas del ayuntamiento para el año en curso, lo normal es que entre ambas oscilen en torno al 5% del PEM.
Imágenes: Imágenes propias de archivo de proyectos desarrollados en el estudio y propiedad de tres60 arquitectura.
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